El Papa Francisco: “La vida de nuestras comunidades debe saber disfrutar de los talentos y de los carismas de tantos ancianos que para el registro están ya jubilados, pero que son una riqueza que hay que valorar”

El Papa Francisco: “La vida de nuestras comunidades debe saber disfrutar de los talentos y de los carismas de tantos ancianos que para el registro están ya jubilados, pero que son una riqueza que hay que valorar”

(Ciudad del Vaticano, 11 May. 2022). “La vida de nuestras comunidades debe saber disfrutar de los talentos y de los carismas de tantos ancianos que para el registro están ya jubilados, pero que son una riqueza que hay que valorar”, recalcó el Papa Francisco durante la audiencia general de este miércoles en la Plaza de San Pedro, en la que continuó con el ciclo de catequesis dedicado a los ancianos, centrando su reflexión en Judit, “una heroína bíblica”.

“Después de la gran aventura que la ve como protagonista, Judit vuelve a su ciudad, Betulia, donde vive una bonita vejez hasta los ciento cinco años. Había llegado para ella el tiempo de la vejez como llega para muchas personas: a veces después de una vida de trabajo, a veces después de una existencia llena de peripecias o de gran entrega. El heroísmo no es solamente el de los grandes eventos que caen bajo los focos, por ejemplo el de Judit de haber asesinado al dictador, sino que a menudo el heroísmo se encuentra en la tenacidad del amor vertido en una familia difícil y a favor de una comunidad amenazada”, explicó el Papa, quien observó que la perspectiva de la jubilación “coincide para muchos con la de un merecido y deseado descanso de actividades exigentes y fatigosas”, pero “sucede también que el final del trabajo representa una fuente de preocupación y es esperado con algún temor: ‘¿Qué haré ahora que mi vida se vaciará de lo que la ha llenado durante tanto tiempo?’”.

“El trabajo cotidiano significa también un conjunto de relaciones, la satisfacción de ganarse la vida, la experiencia de tener un rol, una merecida consideración, una jornada completa que va más allá del simple horario de trabajo. Por supuesto, hay un compromiso, gozoso y cansado, de cuidar a los nietos, y hoy los abuelos tienen un rol muy grande en la familia para ayudar a crecer a los nietos; pero sabemos que hoy nacen cada vez menos niños, y los padres suelen estar más distantes, más sujetos a desplazamientos, con situaciones laborales y habitacionales desfavorables. A veces son aún más reacios a confiar espacios educativos a los abuelos, concediéndoles solo aquellos estrictamente relacionados con la necesidad de asistencia. Pero alguien me decía, un poco sonriendo con ironía: ‘Hoy los abuelos, en esta situación socio-económica, se han vuelto más importantes, porque tienen la pensión’. Hay nuevas exigencias, también en el ámbito de las relaciones educativas y parentales, que nos piden remodelar la alianza tradicional entre las generaciones”, indicó Francisco, invitando a todos a preguntarse: “¿hacemos nosotros este esfuerzo por ‘remodelar’? ¿O simplemente sufrimos la inercia de las condiciones materiales y económicas?”.

“La convivencia de las generaciones, de hecho, se alarga. ¿Tratamos, todos juntos, de hacerlas más humanas, más afectuosas, más justas, en las nuevas condiciones de las sociedades modernas? Para los abuelos, una parte importante de su vocación es sostener a los hijos en la educación de los niños. Los pequeños aprenden la fuerza de la ternura y el respeto por la fragilidad: lecciones insustituibles, que con los abuelos son más fáciles de impartir y de recibir. Los abuelos, por su parte, aprenden que la ternura y la fragilidad no son solo signos de la decadencia: para los jóvenes, son pasajes que hacen humano el futuro”, resaltó el Papa, quien recalcó que “los ancianos saben mirar y saben ver”, y “el Señor no encomienda sus talentos solo a los jóvenes y a los fuertes”, sino que “tiene para todos, a medida de cada uno, también para los ancianos”.

“La vida de nuestras comunidades debe saber disfrutar de los talentos y de los carismas de tantos ancianos que para el registro están ya jubilados, pero que son una riqueza que hay que valorar. Esto requiere, por parte de los propios ancianos, una atención creativa, una atención nueva, una disponibilidad generosa. Las habilidades precedentes de la vida activa pierden su parte de constricción y se vuelven recursos de donación: enseñar, aconsejar, construir, curar, escuchar”, preferiblemente “a favor de los más desfavorecidos, que no pueden permitirse ningún aprendizaje y que están abandonados a su soledad”, enfatizó Francisco, quien concluyó su catequesis invitando a leer el libro de Judit.

“Judit liberó a su sierva y colmó a todos de atenciones. De joven se había ganado la estima de la comunidad con su valentía. De anciana, la mereció por la ternura con la que enriqueció la libertad y los afectos. Judit no es una jubilada que vive melancólicamente su vacío: es una anciana apasionada que llena de dones el tiempo que Dios le dona. Yo les pido: tomen, uno de estos días, la Biblia y tomen el libro de Judit, es pequeño, se lee fácilmente, son diez páginas, no más. Lean esta historia de una mujer valiente que termina así, con ternura, con generosidad, una mujer a la altura. Y así yo quisiera que fueran nuestras abuelas. Todas así: valientes, sabias y que nos dejen la herencia no del dinero, sino la herencia de la sabiduría, sembrada en sus nietos”, exhortó el Papa.

Foto © Vatican Media

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *