El Cardenal Re en la Misa Exequial del Papa: “Solía decir: ‘No se olviden de rezar por mí’. Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia y al mundo entero”
(Ciudad del Vaticano, 26 Abr. 2025). “El Papa Francisco solía concluir sus discursos y encuentros diciendo: ‘No se olviden de rezar por mí’. Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como hiciste el pasado domingo desde el balcón de esta Basílica en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y mantiene en alto la antorcha de la esperanza”. Con estas palabras, concluyó su homilía el Cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, quien presidió esta mañana en la Plaza de San Pedro la Misa Exequial del Romano Pontífice Francisco, concelebrada por los Cardenales y los Patriarcas de las Iglesias orientales, a la que asistieron más de 250.000 personas provenientes de todo el mundo y 172 delegaciones de jefes de Estado y de gobierno.
“Fue un Papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos. Además, fue un Papa atento a lo nuevo que surgía en la sociedad y a lo que el Espíritu Santo suscitaba en la Iglesia”, recordó el Cardenal Re, quien destacó que, “lleno de calidez humana y profundamente sensible a los dramas actuales, el Papa Francisco realmente compartió las preocupaciones, los sufrimientos y las esperanzas de nuestro tiempo de globalización, buscando consolar y alentar con un mensaje capaz de llegar al corazón de las personas de forma directa e inmediata”, y “su carisma de acogida y escucha, unido a un modo de actuar propio de la sensibilidad de hoy, tocó los corazones, tratando de despertar las fuerzas morales y espirituales”.
“El primado de la evangelización fue la guía de su Pontificado, difundiendo con una clara impronta misionera la alegría del Evangelio, que fue el título de su primera Exhortación apostólica Evangelii gaudium. Una alegría que llena de confianza y esperanza el corazón de todos los que se confían a Dios. El hilo conductor de su misión fue también la convicción de que la Iglesia es una casa para todos; una casa de puertas siempre abiertas. Recurrió varias veces a la imagen de la Iglesia como ‘hospital de campaña’ después de una batalla con muchos heridos; una Iglesia determinada y deseosa de hacerse cargo de los problemas de las personas y los grandes males que desgarran el mundo contemporáneo; una Iglesia capaz de inclinarse ante cada persona, más allá de todo credo o condición, sanando sus heridas”, resaltó el Decano del Colegio Cardenalicio, quien también recordó que fueron “innumerables sus gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados”, así como “también fue constante su insistencia en actuar a favor de los pobres”.
“El Papa Francisco siempre puso en el centro el Evangelio de la misericordia, resaltando constantemente que Dios no se cansa de perdonarnos: Él perdona siempre, cualquiera sea la situación de quien pide perdón y vuelve al buen camino. Quiso el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, destacando que la misericordia es ‘es el corazón del Evangelio’. Misericordia y alegría del Evangelio son dos conceptos clave del Papa Francisco”, recalcó el Cardenal Re, destacando que “en contraste con lo que definió como ‘la cultura del descarte’, habló de la cultura del encuentro y de la solidaridad”.
“El tema de la fraternidad atravesó todo su Pontificado con tonos vibrantes. En la Carta encíclica Fratelli tutti quiso hacer renacer una aspiración mundial a la fraternidad, porque todos somos hijos del mismo Padre que está en los cielos. Con fuerza recordó a menudo que todos pertenecemos a la misma familia humana. En 2019, durante su viaje a los Emiratos Árabes Unidos, el Papa Francisco firmó un documento sobre la ‘Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común’, recordando la común paternidad de Dios”, y “dirigiéndose a los hombres y mujeres de todo el mundo, con la Carta encíclica Laudato si’ llamó la atención sobre los deberes y la corresponsabilidad respecto a la casa común”, recordó el Decano del Colegio Cardenalicio, quien también destacó que “frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones, el Papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar soluciones posibles”, recordando que decía que “la guerra siempre deja al mundo peor de como era en precedencia” y “es para todos una derrota dolorosa y trágica”.
“‘Construir puentes y no muros’ es una exhortación que repitió muchas veces y su servicio a la fe como sucesor del Apóstol Pedro estuvo siempre unido al servicio al hombre en todas sus dimensiones. En unión espiritual con toda la cristiandad, estamos aquí numerosos para rezar por el Papa Francisco, para que Dios lo acoja en la inmensidad de su amor”, resaltó el Cardenal Re.
Al término de la Misa Exequial, el féretro del Pontífice fue trasladado a la Basílica de Santa María la Mayor para su sepultura, en un cortejo fúnebre que recorrió las calles del centro de Roma, a las que, según las autoridades competentes, acudieron unas 150.000 personas para dale el último saludo al Papa Francisco.