El Papa: “La verdadera riqueza no son los bienes de este mundo. La verdadera riqueza es ser amados por Dios y aprender a amar como Él”
(Ciudad del Vaticano, 13 Oct. 2024). “El Evangelio de la liturgia de hoy nos habla de un hombre rico que corre al encuentro de Jesús y le pregunta: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?». Jesús lo invita a dejar todo y a seguirlo, pero el hombre, entristecido, se va, porque -dice el texto- «era muy rico». Cuesta dejarlo todo”, observó el Papa Francisco este mediodía en su meditación previa al Angelus.
“También nosotros llevamos en el corazón una necesidad irreprimible de felicidad y de una vida llena de sentido; sin embargo, podemos caer en la ilusión de pensar que la respuesta se encuentra en poseer cosas materiales y en las seguridades terrenas”, advirtió el Papa, subrayando que “Jesús, en cambio, quiere llevarnos a la verdad de nuestros deseos y hacer que descubramos que, en realidad, el bien que anhelamos es Dios mismo, su amor por nosotros y la vida eterna que Él y solo Él puede darnos”.
“La verdadera riqueza es ser mirados con amor por el Señor” y “como hace Jesús con aquel hombre, amarnos entre nosotros haciendo de nuestra vida un don para los demás”, y “por eso, Jesús nos invita a arriesgar, a ‘arriesgarnos a amar’: vender todo para darlo a los pobres, que significa despojarnos de nosotros mismos y de nuestras falsas seguridades, prestando atención a quien está necesitado y compartiendo nuestros bienes, no solo las cosas, sino lo que somos: nuestros talentos, nuestra amistad, nuestro tiempo”, explicó Francisco, recordando que “aquel hombre rico no quiso arriesgarse, no quiso arriesgarse a amar y se fue con cara triste”.
“¿Y nosotros? Preguntémonos: ¿A qué está apegado nuestro corazón? ¿Cómo saciamos nuestra hambre de vida y de felicidad? ¿Sabemos compartir con quien es pobre, con quien está en dificultad o necesita un poco de escucha, necesita una sonrisa, una palabra que le ayude a recuperar la esperanza? O necesita que lo escuchen. Recordemos esto: la verdadera riqueza no son los bienes de este mundo, la verdadera riqueza es ser amados por Dios y aprender a amar como Él. Y ahora pidamos la intercesión de la Virgen María, para que nos ayude a descubrir en Jesús el tesoro de la vida”, concluyó el Papa.
Foto © Vatican Media