El Papa: “Un cristiano sin valor es un cristiano inútil. Gritar un rotundo ‘no’ al mal y a la indiferencia”

El Papa: “Un cristiano sin valor es un cristiano inútil. Gritar un rotundo ‘no’ al mal y a la indiferencia”

(Ciudad del Vaticano, 10 Abr. 2024). “La catequesis de hoy está dedicada a la tercera de las virtudes cardinales, o sea la fortaleza”, que es “la más ‘combativa’ de las virtudes”, resaltó el Papa Francisco durante la audiencia general de esta mañana, en la que advirtió que “un cristiano sin valor, que no doblega sus propias fuerzas al bien, que no molesta a nadie, es un cristiano inútil”.

“Jesús no es un Dios diáfano y aséptico, que no conoce las emociones humanas. Por el contrario, ante la muerte de su amigo Lázaro, rompe a llorar; y en algunas de sus expresiones resplandece su espíritu apasionado, como cuando dice: «Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!»; y frente al comercio en el templo reaccionó con fuerza”, recordó el Papa, quien explicó que “los antiguos, tanto los filósofos griegos como los teólogos cristianos, reconocían en la virtud de la fortaleza un doble desarrollo, uno pasivo y otro activo”.

“El primero se dirige hacia el interior de nosotros mismos. Hay enemigos internos a los que tenemos que vencer, que responden al nombre de ansiedad, angustia, miedo, culpa: todas fuerzas que se agitan en lo más íntimo de nosotros mismos y que en alguna situación nos paralizan”, observó Francisco, quien recalcó que “la fortaleza es ante todo una victoria contra nosotros mismos”.

“La mayoría de los miedos que surgen en nuestro interior son irreales, y no se hacen realidad en absoluto. Mejor entonces invocar al Espíritu Santo y afrontarlo todo con paciente fortaleza: un problema cada vez, según nuestras posibilidades, ¡pero no solos! El Señor está con nosotros, si confiamos en Él y buscamos sinceramente el bien. Entonces, en cada situación, podemos contar con que la Providencia de Dios será nuestro escudo y nuestra armadura”, enfatizó el Papa, quien luego habló del segundo movimiento de la virtud de la fortaleza, que es “de naturaleza más activa”.

“Además de las pruebas internas, hay enemigos externos, que son las pruebas de la vida, las persecuciones, las dificultades que no nos esperábamos y que nos sorprenden. En efecto, podemos intentar predecir lo que nos sucederá, pero en gran medida la realidad se compone de acontecimientos imponderables, y en este mar a veces nuestra barca es sacudida por las olas. La fortaleza entonces nos hace marineros resistentes, que no se asustan ni se desaniman”, indicó Francisco, quien insistió en que “la fortaleza es una virtud fundamental porque toma en serio el desafío del mal en el mundo”.

“Algunos fingen que no exista, que todo está bien”, pero “basta ojear un libro de historia, o por desgracia incluso los periódicos, para descubrir las ‘nefandas’ de la que somos en parte víctimas y en parte protagonistas: guerras, violencia, esclavitud, opresión de los pobres, heridas que nunca han cicatrizado y que aún sangran. La virtud de la fortaleza nos hace reaccionar y gritar un rotundo ‘no’ a todo esto. En nuestro cómodo Occidente, que ha ‘aguado’ un poco todo, que ha convertido el camino de la perfección en un simple desarrollo orgánico, que no necesita luchar porque todo le parece igual, sentimos a veces una sana nostalgia de los profetas. Pero las personas incómodas y visionarias son muy raras. Necesitamos que alguien nos levante del ‘blando lugar’ en el que nos hemos acostado y nos haga repetir con decisión nuestro ‘no’ al mal y a todo lo que conduce a la indiferencia”, reiteró el Papa, quien concluyó exhortando a redescubrir “en el Evangelio la fortaleza de Jesús”, y a aprenderla “del testimonio de los santos y de las santas”.

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