El Papa: “Cada refugiado y migrante que abandona su patria nos interpela. Acoger, proteger, promover e integrar a todos sin distinción y sin dejar fuera a nadie”

El Papa: “Cada refugiado y migrante que abandona su patria nos interpela. Acoger, proteger, promover e integrar a todos sin distinción y sin dejar fuera a nadie”

(Ciudad del Vaticano, 20 Mar. 2024). “Nos dice el evangelista Mateo que «el primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: «¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”». Hoy, la Iglesia que peregrina en Colombia, Costa Rica y Panamá, asociándose al Señor quiere responder: ‘En el Darién, con los hermanos y las hermanas migrantes’. Es ahí que ellos nos esperan, en la orilla terrestre de un mar de lágrimas y muerte que une hombres y mujeres, adultos y niños de las más diferentes latitudes”, indica el Papa Francisco en su mensaje a los participantes en la Reunión “Pascua con nuestros hermanos migrantes. Encuentro de Obispos de frontera de Colombia y Costa Rica y Obispos de Panamá”, que se está llevando a cabo en estos días en Panamá.

“La migración en esa región incluye venezolanos, ecuatorianos, colombianos, haitianos, que a lo largo del camino se vinculan con grupos de nicaragüenses y otros caminantes centroamericanos, así como de otros continentes. Con su faceta multicultural, esta caravana humana pasa por el Tapón del Darién, una selva que es triunfo de la naturaleza pero que hoy se convierte en un verdadero viacrucis que no sólo pone en evidencia los límites de la gobernanza migratoria en el hemisferio occidental, sino alimenta un próspero negocio que permite acumular ganancias ilícitas del tráfico humano”, señala el Papa, quien recuerda que “la Iglesia en Latinoamérica y el Caribe, como lo atestiguan las cinco conferencias generales de su Consejo Episcopal, siempre ha expresado su preocupación por el tema de la migración, buscando ser una Iglesia sin fronteras, Madre de todos”.

“Es por eso que, como cristianos, cada refugiado y migrante que abandona su patria nos interpela. En nuestros pueblos encontramos al mismo tiempo la fraternidad hospitalaria que acoge con sensibilidad humana, pero desgraciadamente también, la indiferencia, que ensangrienta el Darién”, observa Francisco, quien los anima a “trabajar incansablemente para que sea posible erradicar esa indiferencia, de tal manera que cuando un hermano o una hermana migrante llegue, encuentre en la Iglesia un lugar donde no se sienta juzgado, sino acogido; donde pueda calmar el hambre y la sed, y revivir la esperanza”.

“Reconozco con gratitud que la Iglesia en América, desde el sur hasta el norte, incluyendo el Caribe, posee un amplio y diverso sistema de ministerio pastoral, caritativo y de movilidad humana a nivel nacional y local, que se manifiesta a través de una amplia y sólida respuesta en la atención directa a los migrantes, y que se plasma en casas de acogida, centros de retornados, asistencia humanitaria de emergencia, atención médica, atención psicosocial, asesoramiento legal, apoyo espiritual, fortalecimiento de los colectivos de migrantes, medios de vida y procesos de incidencia política. Por favor, no desatiendan esos establecimientos, que son oportunidad de acogida y caridad para con los hermanos más necesitados”, les pide el Papa, quien subraya que “el camino de la migración necesita pastores y agentes de pastoral que se atrevan a superar los límites de lo establecido, que no teman reconocer ninguna senda porque han perdido el miedo que paraliza, capaces de regresar a lo esencial, desinstalándose de la indiferencia, porque son conscientes de que, sólo caminando al ritmo de Dios con su pueblo santo, se podrán cruzar las barreras de lo convencional, llevando a la Iglesia, junto con los hermanos y hermanas migrantes, por vías de esperanza”.

“Queridos hermanos y hermanas, formamos una sola Iglesia dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar fuera a nadie, reconociendo el derecho que cada uno tiene de ofrecer su contribución, a través del trabajo y el compromiso personal, al bien de todos y a la protección de nuestra casa común”, recalca Francisco.

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