El Papa: “¡Qué mundo más feliz sería si la justicia, el respeto, la benevolencia y la esperanza fueran la normalidad compartida y no una rara anomalía!”

El Papa: “¡Qué mundo más feliz sería si la justicia, el respeto, la benevolencia y la esperanza fueran la normalidad compartida y no una rara anomalía!”

(Ciudad del Vaticano, 13 Mar. 2024). “Después de haber concluido nuestra visión general de la serie sobre los vicios, ha llegado el momento de volver la mirada a la imagen especular que se opone a la experiencia del mal. El corazón humano puede complacerse en malas pasiones, puede prestar atención a tentaciones nocivas disfrazadas con vestidos seductores, pero también puede oponerse a todo esto. Por fatigoso que sea, el ser humano está hecho para el bien, que lo realiza verdaderamente, y también puede practicar este arte, haciendo que ciertas disposiciones se hagan permanentes”, subraya el Papa Francisco en su catequesis de la audiencia general de esta mañana, que fue leída por Monseñor Pierluigi Giroli.

“La reflexión sobre esta maravillosa posibilidad nuestra constituye un capítulo clásico de la filosofía moral: el capítulo de las virtudes”, resalta el Papa, quien explica que la persona virtuosa es “la que no se desnaturaliza deformándose, sino que es fiel a su vocación, realiza plenamente su ser”, y observa que “nos equivocaríamos si pensáramos que los santos son excepciones de la humanidad, una suerte de estrecho círculo de campeones que viven más allá de los límites de nuestra especie”, mientras que, en cambio, son “aquellos que llegan a ser plenamente ellos mismos, que realizan la vocación propia de todo ser humano”.

“¡Qué mundo más feliz sería si la justicia, el respeto, la benevolencia mutua, la amplitud del corazón y la esperanza fueran la normalidad compartida, y no una rara anomalía! Por eso el capítulo del actuar virtuoso, en estos tiempos dramáticos nuestros, en los que a menudo nos encontramos con lo peor de lo humano, debería ser redescubierto y practicado por todos”, recalca Francisco, quien indica que “en un mundo deformado, debemos recordar la forma en la que hemos sido plasmados, la imagen de Dios que está impresa para siempre en nosotros”.

“No debemos olvidar nunca la riquísima lección que nos ha llegado de la sabiduría de los antiguos, que nos dice que la virtud crece y puede ser cultivada. Y para que esto ocurra, el primer don del Espíritu que hay que pedir es precisamente la sabiduría. El ser humano no es territorio libre para la conquista de los placeres, de las emociones, de los instintos, de las pasiones, sin que pueda hacer nada contra esas fuerzas a veces caóticas que lo habitan”, observa el Papa, destacando que “un don inestimable que poseemos es la apertura mental, es la sabiduría que sabe aprender de los errores para dirigir bien la vida”, y “luego se necesita la buena voluntad: la capacidad de elegir el bien, de plasmarnos mediante el ejercicio ascético, rehuyendo los excesos”.

Foto © Vatican Media

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