La oración del Papa Francisco en el Vía Crucis en el Coliseo de Roma: “Padre misericordioso, desarma la mano alzada del hermano contra el hermano”

La oración del Papa Francisco en el Vía Crucis en el Coliseo de Roma: “Padre misericordioso, desarma la mano alzada del hermano contra el hermano”

(Ciudad del Vaticano, 15 Abr. 2022). “Tómanos de la mano, como un Padre, para que no nos alejemos de Ti; convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón, para que aprendamos a seguir proyectos de paz; haz que los adversarios se den la mano, para que gusten del perdón recíproco; desarma la mano alzada del hermano contra el hermano, para que donde haya odio florezca la concordia”, pidió el Papa Francisco en su oración al término del Vía Crucis que presidió esta noche en el Coliseo de Roma, cuyo texto publicamos a continuación:

Padre misericordioso,

que haces salir el sol sobre buenos y malos,

no abandones la obra de tus manos,

por la que no dudaste

en entregar a tu único Hijo,

que nació de la Virgen,

fue crucificado bajo Poncio Pilato,

murió y fue sepultado en las entrañas de la tierra,

resucitó de entre los muertos al tercer día,

se apareció a María Magdalena,

a Pedro, a los demás apóstoles y discípulos,

y siempre está vivo en la santa Iglesia,

que es su Cuerpo viviente en el mundo.

Mantén encendida en nuestras familias

la lámpara del Evangelio,

que ilumina alegrías y dolores,

cansancios y esperanzas;

que cada casa refleje el rostro de la Iglesia,

cuya ley suprema es el amor.

Por la efusión de tu Espíritu,

ayúdanos a despojarnos del hombre viejo,

corrompido por pasiones engañosas,

 y revístenos del hombre nuevo,

creado según la justicia y la santidad.

Tómanos de la mano, como un Padre,

para que no nos alejemos de Ti;

convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón,

para que aprendamos a seguir proyectos de paz;

haz que los adversarios se den la mano,

para que gusten del perdón recíproco;

desarma la mano alzada del hermano contra el hermano,

para que donde haya odio florezca la concordia.

Haz que no nos comportemos como enemigos de la cruz de Cristo,

para que participemos en la gloria de su resurrección.

Él, que vive y reina contigo,

en la unidad del Espíritu Santo,

por los siglos de los siglos.

Amén.

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