El Papa Francisco contra la guerra: “Ante las desgarradoras imágenes que vemos cada día, ante los gritos de los niños y las mujeres, no podemos más que gritar: ¡Deténganse!”

El Papa Francisco contra la guerra: “Ante las desgarradoras imágenes que vemos cada día, ante los gritos de los niños y las mujeres, no podemos más que gritar: ¡Deténganse!”

(Ciudad del Vaticano, 13 Abr. 2022). “Desde el principio de mi servicio como obispo de Roma hablé de la Tercera Guerra Mundial, diciendo que ya la estamos viviendo, aunque todavía ‘por partes’. Estas partes se han hecho cada vez más grandes, soldándose entre ellas”, denuncia el Papa Francisco en la introducción del libro “Contra la guerra. La valentía de construir la paz”, que sale a la venta mañana con el diario italiano “Corriere della Sera” y en las librerías.

“En este momento, hay tantas guerras en acto en el mundo que causan un inmenso dolor, víctimas inocentes, especialmente niños. Guerras que provocan la huida de millones de personas forzadas a dejar su tierra, sus casas, sus ciudades destruidas para salvar sus vidas. Son las muchas guerras olvidadas que, de vez en cuando, reaparecen ante nuestros ojos desatentos”, observa el Papa, quien ha hablado en varias ocasiones de las “guerras olvidadas”.

“Estas guerras nos parecían ‘lejanas’. Hasta que, ahora, casi repentinamente, la guerra ha estallado cerca de nosotros. Ucrania ha sido atacada e invadida. Y en el conflicto, los más golpeados son, desgraciadamente, muchos civiles inocentes, muchas mujeres, muchos niños y muchos ancianos, obligados a vivir en refugios excavados en el vientre de la tierra para evadir las bombas, con familias que se separan porque los maridos, padres y abuelos se quedan para luchar, mientras las esposas, madres y abuelas, tras largos viajes de esperanza, cruzan la frontera para buscar refugio en otros países que las reciben con gran corazón. Ante las desgarradoras imágenes que vemos cada día, ante los gritos de los niños y las mujeres, no podemos más que gritar: ‘¡Deténganse!’”, reitera Francisco, insistiendo en que “¡la guerra no es la solución, la guerra es una locura, la guerra es un monstruo, la guerra es un cáncer que se autoalimenta devorándolo todo!”, y “es más, la guerra es un sacrilegio, que causa estragos en lo más precioso sobre nuestra tierra, la vida humana, la inocencia de los más pequeños, la belleza de la creación”.

“¡Sí, la guerra es un sacrilegio! No puedo dejar de recordar la súplica con la que en 1962 San Juan XXIII pidió a los hombres y mujeres poderosos de su tiempo que detuvieran una escalada bélica que habría podido arrastrar al mundo en el abismo del conflicto nuclear. No puedo olvidar la fuerza con la que San Pablo VI, dirigiéndose a la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1965, dijo: ‘¡Nunca jamás guerra! Nunca jamás guerra’. O los numerosos llamamientos a la paz realizados por San Juan Pablo II, que en 1991 describió la guerra como ‘una aventura sin retorno’. Lo que estamos presenciando es la enésima barbarie y nosotros, por desgracia, tenemos poca memoria. Sí, porque si tuviéramos memoria, recordaríamos lo que nos dijeron nuestros abuelos y nuestros padres, y sentiríamos la necesidad de paz igual que nuestros pulmones necesitan oxígeno”, recalca el Papa, recordando que “la guerra lo deforma todo, es locura pura, su único objetivo es la destrucción y esta se desarrolla y crece precisamente a través de la destrucción”.

“Y si tuviéramos memoria, no gastaríamos decenas, cientos de miles de millones en el rearme, para equiparnos de armamentos cada vez más sofisticados, para aumentar el mercado y el tráfico de armas que acaban matando a niños, mujeres y ancianos: 1981 mil millones de dólares al año, según los cálculos de un importante centro de investigación de Estocolmo. Esto indica un dramático aumento del 2,6% justo en el segundo año de la pandemia, cuando todos nuestros esfuerzos deberían haberse concentrado en la salud global y en salvar vidas humanas del virus”, señala Francisco, quien indica que antes de llegar al frente, la guerra “debe ser detenida en los corazones”.

“El odio, antes de que sea demasiado tarde – enfatiza el Papa –, debe ser extirpado de los corazones. Y para hacerlo, es necesario el diálogo, la negociación, la escucha, la habilidad y creatividad diplomática, una política con visión de futuro capaz de construir un nuevo sistema de convivencia que ya no se base en las armas, en el poder de las armas, en la disuasión. Toda guerra no sólo representa una derrota de la política, sino también una vergonzosa rendición ante las fuerzas del mal”.

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