(Ciudad del Vaticano, 6 Abr. 2023). “Llama la atención cómo Jesús, justo el día antes de ser crucificado, hace este gesto”, resaltó el Papa Francisco en su homilía durante la Santa Misa de la Cena del Señor, que celebró esta tarde en el Centro Penitenciario para Menores de “Casal del Marmo”, a las puertas de Roma, en la que les lavó los pies a doce reclusos de diferentes nacionalidades.

“Lavarse los pies era una costumbre en esa época porque las calles eran polvorientas. La gente venía de afuera y al entrar en una casa, antes del banquete, de la reunión, se lavaba los pies. Pero, ¿quién lavaba los pies? Los esclavos, porque era trabajo de esclavos. Imaginémonos cómo quedaron asombrados los discípulos cuando vieron que Jesús comenzaba a hacer este gesto de esclavo. Pero Él lo hace para hacerles entender el mensaje del día siguiente, en el que moriría como un esclavo para pagar la deuda de todos nosotros”, explicó el Papa, quien observó que “si nosotros escucháramos estas cosas de Jesús, la vida sería tan hermosa porque nos apresuraríamos a ayudarnos los unos a los otros, en vez de engañarnos los unos a los otros, de aprovecharnos los unos de los otros, como nos enseñan los astutos”.

“Es tan hermoso ayudarnos los unos a los otros: son gestos humanos, universales, que nacen de un corazón noble, y Jesús hoy, con esta celebración, quiere enseñarnos esto: la nobleza del corazón. Cada uno de nosotros podría decir: ‘Pero si el Papa supiera las cosas que tengo dentro’. Jesús las sabe, y nos ama así como somos, y nos lava los pies a todos nosotros”, recalcó Francisco, recordando que “Jesús no se asusta nunca de nuestras debilidades porque Él ya pagó, sólo quiere acompañarnos, quiere llevarnos de la mano para que la vida no sea tan dura para nosotros”.

“Yo haré el mismo gesto de lavar los pies, pero no es una cosa folclórica, no. Pensemos que es un gesto que anuncia cómo debemos ser los unos con los otros. En la sociedad vemos cuánta gente se aprovecha de los demás”, y “cuántas injusticias, cuánta gente sin trabajo, cuánta gente que trabaja y le pagan la mitad, cuánta gente que no tiene dinero para comprar medicinas, cuántas familias destruidas, tantas cosas malas”, observó el Pontífice, quien recordó que “cada uno de nosotros puede resbalar”.

“Esta conciencia, esta certeza de que todos podemos resbalar es lo que nos da la dignidad – escuchen la palabra: la ‘dignidad’ – de ser pecadores. Y Jesús nos quiere así, y por eso quiso lavar los pies y decir: ‘He venido para salvarlos, para servirles’”, reiteró el Papa.

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