El Papa en la audiencia general: “Esta civilización nueva tiene la idea de que los ancianos son material de descarte. ¡Esto es una brutalidad! Un anciano es una bendición insustituible”

El Papa en la audiencia general: “Esta civilización nueva tiene la idea de que los ancianos son material de descarte. ¡Esto es una brutalidad! Un anciano es una bendición insustituible”

(Ciudad del Vaticano, 23 Mar. 2022). La “capacidad de ver, ver realmente y también ver simbólicamente, como tienen los ancianos, que saben ver las cosas, el significado más profundo de las cosas”, es “un don valioso”, pues les “consiente transmitir la herencia de su larga experiencia de vida y de fe, con la lucidez necesaria. Moisés ve la historia y transmite la historia; los ancianos ven la historia y transmiten la historia”, resaltó el Papa Francisco en su catequesis durante la audiencia general de este miércoles.

“Una vejez a la cual le es concedida esta lucidez es un don valioso para la próxima generación. La escucha personal y directa del pasaje de la historia de fe vivida, con todos sus altibajos, es insustituible. Leerla en los libros, verla en las películas, consultarla en internet, aunque sea útil, nunca será lo mismo. Esta transmisión ¡que es la auténtica tradición, la transmisión concreta del anciano al joven!, esta transmisión le falta mucho hoy, y cada vez más, a las nuevas generaciones. ¿Por qué? Porque esta civilización nueva tiene la idea de que los ancianos son material de descarte, los ancianos deben ser descartados. ¡Esto es una brutalidad!”, denunció el Papa, quien recalcó que “un anciano que ha vivido mucho, y obtiene el don de un lúcido y apasionado testimonio de su historia, es una bendición insustituible”.

“¿Somos capaces de reconocer y de honrar este don de los ancianos? ¿La transmisión de la fe y del sentido de la vida sigue hoy este camino de escucha de los ancianos?  Yo puedo dar un testimonio personal. El odio y la rabia contra la guerra yo lo aprendí de mi abuelo que combatió en el Piave, en 1914: él me transmitió esta rabia a la guerra. Porque me contó los sufrimientos de una guerra. Y esto no se aprende ni en los libros ni de otra manera, se aprende así, transmitiéndola de abuelos a nietos. Y esto es insustituible. La transmisión de la experiencia de vida de los abuelos a los nietos. Lamentablemente hoy esto no es así y se piensa que los abuelos sean material de descarte: ¡no! Son la memoria viva de un pueblo y los jóvenes y los niños deben escuchar a los abuelos”, reiteró Francisco, quien observó que “en nuestra cultura, tan ‘políticamente correcta’, este camino resulta obstaculizado de varias formas: en la familia, en la sociedad, en la misma comunidad cristiana”.

“Hay quien propone incluso abolir la enseñanza de la historia, como una información superflua sobre mundos que ya no son actuales, que quita recursos al conocimiento del presente. ¡Cómo si nosotros hubiéramos nacido ayer! A la transmisión de la fe, por otro lado, le falta a menudo la pasión propia de una ‘historia vivida’”, subrayó el Papa, quien indicó que “la narración de la historia de fe debería ser como el Cántico de Moisés, como el testimonio de los Evangelios y de los Hechos de los Apóstoles, es decir, una historia capaz de recordar con emoción la bendición de Dios y con lealtad nuestras faltas”.

“Sería bonito que en los itinerarios de catequesis existiera desde el principio también la costumbre de escuchar, de la experiencia vivida de los ancianos, la lúcida confesión de las bendiciones recibidas por Dios, que debemos custodiar, y el leal testimonio de nuestras faltas de fidelidad, que debemos reparar y corregir. Los ancianos entran en la tierra prometida, que Dios desea para toda generación, cuando ofrecen a los jóvenes la bella iniciación de su testimonio y transmiten la historia de la fe, la fe en dialecto, ese dialecto familiar, ese dialecto que pasa de los ancianos a los jóvenes. Entonces, guiados por el Señor Jesús, ancianos y jóvenes entran juntos en su Reino de vida y de amor.  Pero todos juntos. Todos en familia, con este tesoro grande que es la fe transmitida en dialecto”, concluyó Francisco.

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