El Papa en la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo: “Nuestro Rey se hizo siervo para que cada uno de nosotros se sienta hijo y se dejó insultar para que en cualquier humillación ninguno esté solo”

El Papa en la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo: “Nuestro Rey se hizo siervo para que cada uno de nosotros se sienta hijo y se dejó insultar para que en cualquier humillación ninguno esté solo”

(Ciudad del Vaticano, 20 Nov. 2022). “Sobre la cruz aparece una sola frase: «Este es el rey de los judíos». He aquí el título: rey. Pero observando a Jesús, la idea que tenemos de un rey da un vuelco”, explicó el Papa Francisco en su homilía durante la Santa Misa de la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, que presidió esta mañana en la Catedral de Asti, ciudad del norte de Italia, de donde su padre emigró a Argentina y adonde el Pontífice viajó este fin de semana para visitar a sus familiares.

Jesús no es “un hombre fuerte sentado en un trono con espléndidas insignias, un cetro en las manos y anillos brillantes en los dedos, mientras dirige a sus súbditos discursos solemnes”, sino “todo lo contrario”, pues “no está sentado en un cómodo trono, sino más bien colgado en un patíbulo”, recordó el Papa, quien recalcó que “el Dios que «derribó a los poderosos de su trono» se comporta como siervo crucificado por los poderosos”, está “adornado sólo con clavos y espinas, despojado de todo mas rico en amor” y “desde el trono de la cruz ya no instruye a la multitud con palabras, ni levanta la mano para enseñar”, sino que “hace mucho más: en vez de apuntar el dedo contra alguien, extiende los brazos para todos”.

“Así se manifiesta nuestro rey, con los brazos abiertos”, resaltó Francisco, quien explicó que “se hizo siervo para que cada uno de nosotros se sienta hijo” y “se dejó insultar y que se burlaran de él, para que en cualquier humillación ninguno de nosotros esté ya solo, dejó que lo desnudaran, para que nadie se sienta despojado de la propia dignidad y subió a la cruz, para que en todo crucificado de la historia esté la presencia de Dios”.

“Hoy el Evangelio nos pone ante dos caminos. Frente a Jesús hay quien se queda de espectador y quien se involucra y depende de nosotros decidir si ser espectadores o involucrarnos. Los espectadores son muchos, la mayoría. De hecho –dice el texto– «el pueblo permanecía allí y miraba». No era gente mala, muchos eran creyentes, pero al ver al Crucificado se quedan como espectadores. No dan un paso adelante hacia Jesús, sino que lo ven desde lejos, curiosos e indiferentes, sin interesarse verdaderamente, sin preguntarse qué podrían hacer. Todos estos espectadores tienen en común una frase recurrente: ‘Si eres rey, ¡sálvate a ti mismo!’”, recordó el Papa, quien advirtió que ese “sálvate a ti mismo” es contagioso y que la “ola del mal” se propaga siempre así: “comienza tomando distancia, mirando sin hacer nada, sin dar importancia, y luego se piensa sólo en los propios intereses y se acostumbra a mirar hacia otro lado”.

“Entre los muchos espectadores, uno se involucra, el ‘buen ladrón’. Los otros se ríen del Señor. Él le habla y lo llama por su nombre, ‘Jesús’. Es así que un malhechor se convierte en el primer santo. Se acerca a Jesús por un instante y el Señor lo tiene consigo para siempre”, resaltó Francisco, quien indicó que el “buen ladrón” nos invita a vencer el mal dejando de ser espectadores.

Foto © Vatican Media

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