(Ciudad del Vaticano, 13 Nov. 2022). “El Evangelio de hoy nos lleva a Jerusalén, al lugar más sagrado: el templo. Allí, en torno a Jesús, algunos hablan de la magnificencia de aquel edificio grandioso, «adornado de bellas piedras». Pero el Señor dice: «De lo que ven, no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». Luego aumenta la intensidad, explicando cómo en la historia casi todo se derrumba: habrá, dice, revoluciones y guerras, terremotos y hambrunas, plagas y persecuciones. Es como si dijera: no hay que confiar demasiado en las realidades terrenales”, explicó el Papa Francisco este mediodía en su meditación previa al Angelus.

“Lo que realmente importa, muchas veces no coincide con lo que atrae nuestro interés: a menudo, como aquellas personas en el templo, priorizamos las obras de nuestras manos, nuestros logros, nuestras tradiciones religiosas y civiles, nuestros símbolos sagrados y sociales. Esto está bien, pero le damos demasiada prioridad”, observó el Papa, quien agregó que “estas cosas son importantes, pero pasan”.

“En cambio, Jesús dice que nos centremos en lo que permanece, que evitemos dedicar nuestra vida a construir algo que luego se destruirá, como aquel templo, olvidándonos de construir lo que no se derrumba, de construir sobre su palabra, sobre el amor, sobre el bien”, recalcó Francisco, exhortando a “ser perseverantes, ser severos y decididos para edificar aquello que no pasa”.

“Esto es, entonces, la perseverancia: es construir el bien cada día. Perseverar es permanecer constantes en el bien, especialmente cuando la realidad circundante empuja a hacer otra cosa”, indicó el Pontífice, quien recordó que “la perseverancia es el reflejo del amor de Dios en el mundo, porque el amor de Dios es fiel, es perseverante, nunca cambia”, y concluyó pidiendo “que la Virgen, sierva del Señor perseverante en la oración, fortalezca nuestra constancia”.

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