El Papa: “Rezar con el corazón y no como loros”

El Papa: “Rezar con el corazón y no como loros”

(Ciudad del Vaticano, 6 Nov. 2024). “La acción santificadora del Espíritu Santo, además de en la Palabra de Dios y en los Sacramentos, se expresa en la oración, y es a ella a la que queremos dedicar la reflexión de hoy: la oración.  El Espíritu Santo es, al mismo tiempo, sujeto y objeto de la oración cristiana. Es decir, Él es el que dona la oración y Él es el que se nos dona mediante la oración. Nosotros oramos para recibir al Espíritu Santo, y recibimos al Espíritu Santo para poder orar verdaderamente, es decir, como hijos de Dios, no como esclavos”, explicó el Papa Francisco durante la audiencia general de esta mañana.

“Pensemos un poco en esto: rezar como hijos de Dios, no como esclavos. Hay que rezar siempre con libertad”, indicó el Papa, subrayando que “la oración es libre” y “se reza cuando el Espíritu ayuda a rezar. Se ora cuando se siente en el corazón la necesidad de orar; y cuando no se siente nada, hay que detenerse y preguntarse: ¿por qué no siento el deseo de orar? ¿Qué está pasando en mi vida?”.

“La espontaneidad en la oración es siempre lo que más nos ayuda. Esto es lo que significa rezar como hijos, no como esclavos”, recalcó Francisco, quien recordó que “el Espíritu Santo intercede por nosotros, y también nos enseña a interceder, a nuestra vez, por nuestros hermanos y hermanas”.

“Esta oración es especialmente agradable a Dios, porque es la más gratuita y desinteresada. Cuando cada uno reza por todos los demás, sucede – lo decía san Ambrosio – que todos los demás rezan por cada uno y la oración se multiplica. La oración es así. He aquí una tarea muy valiosa y necesaria en la Iglesia, especialmente en este tiempo de preparación al Jubileo: unirnos al Paráclito, cuya ‘intercesión a favor de todos nosotros es según Dios’. Pero no recen como loros, ¡por favor! No digan: ‘bla, bla, bla’. No. Digan ‘Señor’, pero díganlo de corazón. ‘Ayúdame, Señor’, ‘Te quiero, Señor’. Y cuando recen el Padre Nuestro, recen ‘Padre, Tú eres mi Padre’. Recen con el corazón y no con los labios, no sean como los loros. Que el Espíritu nos ayude en la oración, ¡porque la necesitamos tanto!”, concluyó el Papa.

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