El Papa: “No se puede ir a Misa y luego hablar mal de todo y de todos o comportarse deshonestamente”

El Papa: “No se puede ir a Misa y luego hablar mal de todo y de todos o comportarse deshonestamente”

(Ciudad del Vaticano, 1 Sep. 2024). “Hoy, en el Evangelio de la liturgia, Jesús habla de lo puro y lo impuro: un tema muy querido por sus contemporáneos, que estaba relacionado sobre todo con la observancia de ritos y normas de comportamiento, para evitar cualquier contacto con cosas o personas consideradas impuras y, si esto ocurría, borrar la «mancha». Era casi una obsesión de algunos religiosos de la época, la pureza y la impureza”, recordó el Papa Francisco este mediodía en su meditación previa al Angelus.

“Algunos escribas y fariseos, estrictos observadores de tales normas, acusan a Jesús de permitir que sus discípulos tomen alimentos sin lavarse las manos. Y Jesús aprovecha este reproche por parte de los fariseos a sus discípulos para hablar del significado de la «pureza». La pureza -dice Jesús- no está ligada a ritos externos, sino ante todo a actitudes interiores. Para ser puro, por tanto, de nada sirve lavarse las manos varias veces, si luego se albergan dentro del corazón malos sentimientos como la avaricia, la envidia o la soberbia, o malas intenciones como el engaño, el robo, la traición y la calumnia”, explicó el Papa, subrayando que “Jesús llama la atención para poner en guardia contra el ritualismo, que no hace crecer en el bien, es más, a veces puede llevar a descuidar, o incluso a justificar, en uno mismo y en los demás, opciones y actitudes contrarias a la caridad, que hieren el alma y cierran el corazón”.

“Y esto, hermanos y hermanas es importante también para nosotros: no se puede, por ejemplo, salir de la Santa Misa y, ya en el atrio de la iglesia, detenerse a hablar mal y sin misericordia de todo y de todos. Esa habladuría que arruina el corazón, que arruina el alma. ¡No puede ser! Si vas a Misa y luego haces estas cosas ¡es algo feo! O mostrarse piadosos en la oración, pero luego en casa tratar a los miembros de la propia familia con frialdad y desapego, o descuidar a los padres ancianos, que necesitan ayuda y compañía. Esto es una doble vida, que no se puede tener”, advirtió Francisco, quien agregó que “no se puede ser aparentemente muy correcto con todos, tal vez incluso hacer un poco de voluntariado y algunos gestos filantrópicos, pero luego en el interior cultivar el odio hacia los demás, despreciar a los pobres y a los últimos, o comportarse deshonestamente en el propio trabajo”.

“Preguntémonos, entonces: ¿Vivo mi fe con coherencia? Es decir, ¿lo que hago en la iglesia intento hacerlo fuera con el mismo espíritu? En mis sentimientos, palabras y obras, ¿hago concreto en mi cercanía y en el respeto a mis hermanos y hermanas lo que digo en la oración? Pensémoslo”, invitó el Papa, quien concluyó pidiendo “que María, Madre purísima, nos ayude a hacer de nuestra vida, en el amor sincero y practicado, un culto agradable a Dios”.

Foto © Vatican Media

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