El Papa: “Que la Iglesia y la sociedad no excluyan a nadie. Que cada uno sea acogido y amado sin etiquetas y sin prejuicios”

El Papa: “Que la Iglesia y la sociedad no excluyan a nadie. Que cada uno sea acogido y amado sin etiquetas y sin prejuicios”

(Ciudad del Vaticano, 30 Jun. 2024). “El Evangelio de la liturgia de hoy nos relata dos milagros que parece que están entrelazados entre sí. Mientras que Jesús va a casa de Jairo, uno de los responsables de la sinagoga, porque su hija pequeña está gravemente enferma, por el camino una mujer con hemorroísa le toca la túnica y Él se detiene para sanarla. Mientras tanto, anuncian que la hija de Jairo ha muerto, pero Jesús no se detiene, llega a la casa, va a la habitación de la pequeña, la toma de la mano y la levanta, devolviéndola a la vida. Dos milagros, uno de curación y otro de resurrección”, explicó el Papa Francisco este mediodía en su meditación previa al Angelus.

“Estas dos curaciones se relatan en un único episodio. Ambas suceden a través del contacto físico. De hecho, la mujer toca la túnica de Jesús y Jesús toma de la mano a la pequeña. ¿Por qué motivo es importante ‘tocar’? Porque estas dos mujeres – una porque tiene pérdidas de sangre y la otra porque está muerta – se consideran impuras y por tanto con ellas no puede haber contacto físico”, agregó el Papa, quien subrayó que “en cambio, Jesús se deja tocar y no teme tocar”, e “incluso antes de la curación física, Él desafía una concepción religiosa equivocada, según la cual Dios separa a los puros por un lado y a los impuros por otro”.

“Dios no hace esta separación, porque todos somos sus hijos, y la impureza no deriva de alimentos, enfermedades y ni siquiera de la muerte, sino que la impureza viene de un corazón impuro. Aprendamos esto: frente a los sufrimientos del cuerpo y del espíritu, frente a las heridas del alma, frente a las situaciones que nos abaten e incluso frente al pecado, Dios no nos mantiene a distancia, Dios no se avergüenza de nosotros, Dios no nos juzga; al contrario, Él se acerca para dejarse tocar y para tocarnos y siempre nos levanta de la muerte”, recalcó Francisco, quien invitó a fijar “en el corazón esta imagen que Jesús nos entrega: Dios es el que te toma de la mano y te levanta, el que se deja tocar por tu dolor y te toca para curarte y darte de nuevo la vida. Él no discrimina a nadie porque ama a todos”.

“Y entonces podemos preguntarnos: ¿Nosotros creemos que Dios es así? ¿Nos dejamos tocar por el Señor, por su Palabra, por su amor? ¿Entramos en relación con los hermanos ofreciéndoles una mano para levantarse o nos mantenemos a distancia y etiquetamos a las personas con base en nuestros gustos y nuestras preferencias? Nosotros etiquetamos a las personas. Les hago una pregunta: Dios, el Señor Jesús, ¿etiqueta a las personas? Que cada uno responda. ¿Dios etiqueta a las personas? Y yo, ¿vivo constantemente etiquetando a las personas? Hermanos y hermanas, miremos al corazón de Dios, para que la Iglesia y la sociedad no excluyan, no excluyan a nadie, para que no traten a nadie como ‘impuro’, para que cada uno, con su propia historia, sea acogido y amado sin etiquetas, sin prejuicios, para que sea amado sin adjetivos. Recemos a la Virgen Santa: Que Ella, que es Madre de la ternura, interceda por nosotros y por el mundo entero”, concluyó el Papa, quien, después de la oración mariana, recordó que “hoy se recuerda a los Protomártires romanos”.

“También nosotros vivimos en tiempos de martirio, aún más que en los primeros siglos. En varias partes del mundo tantos hermanos y hermanas nuestros sufren discriminaciones y persecuciones a causa de su fe, fecundando así la Iglesia. Otros se enfrentan a un martirio ‘con guante blanco’. Apoyémoslos y dejémonos inspirar por su testimonio de amor por Cristo”, exhortó Francisco, quien volvió a pedir: “No nos olvidemos de la martirizada Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar y tantos otros lugares donde se sufre tanto a causa de la guerra”.

Foto © Vatican Media

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