(Ciudad del Vaticano, 8 May. 2024). “Si no hay un sentido en el viaje de la vida, si no hay nada ni al principio ni al final, entonces nos preguntamos por qué debemos caminar: de ahí surge la desesperación humana, el sentimiento de inutilidad de todo”, señaló el Papa Francisco durante la audiencia general de esta mañana, en la que centró su catequesis en la virtud de la esperanza.

“Si falta la esperanza, todas las demás virtudes corren el riesgo de desmoronarse y acabar en cenizas”, advirtió el Papa, quien recordó que “el cristiano tiene esperanza no por mérito propio” y “si cree en el futuro, es porque Cristo murió y resucitó y nos dio su Espíritu”, y por ello, “la esperanza es una virtud teologal: no emana de nosotros, no es una obstinación de la que queramos convencernos, sino que es un don que viene directamente de Dios”.

“La esperanza es una virtud contra la que pecamos a menudo: en nuestras nostalgias malas, en nuestras melancolías, cuando pensamos que las felicidades pasadas están enterradas para siempre. Pecamos contra la esperanza cuando nos abatimos por nuestros pecados, olvidando que Dios es misericordioso y más grande que nuestros corazones”, observó Francisco, quien recalcó que “¡el mundo de hoy tiene tanta necesidad de esta virtud cristiana!”, como también “necesita tanto la paciencia, una virtud que camina de la mano de la esperanza”.

“Los hombres pacientes son tejedores de bien. Desean obstinadamente la paz, y aunque algunos tienen prisa y quisieran todo y todo ya, la paciencia tiene capacidad de espera. Incluso cuando muchos a su alrededor han sucumbido a la desilusión, quien está animado por la esperanza y es paciente es capaz de atravesar las noches más oscuras”, resaltó el Papa, quien concluyó invitando a todos a seguir adelante y a pedir “la gracia de tener esperanza”, recordando siempre que “el Señor está cerca de nosotros”.

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