El Papa: “En un mundo de excesos se necesita el equilibrio de la templanza”

El Papa: “En un mundo de excesos se necesita el equilibrio de la templanza”

(Ciudad del Vaticano, 17 Abr. 2024). “Hoy hablaré de la cuarta y última virtud cardinal: la templanza”, que es “poder sobre sí mismo”, resaltó el Papa Francisco durante la audiencia general de esta mañana.

“Esta virtud es, por lo tanto, la capacidad de autodominio, el arte de no dejarse arrollar por las pasiones rebeldes”, agregó el Papa, quien recordó que el Catecismo de la Iglesia Católica dice que “la templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados”, y “asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad”.

“Entonces, la templanza, como dice la palabra italiana, es la virtud de la justa medida. En cada situación, se comporta con sabiduría, porqué las personas que siempre actúan movidas por el ímpetu o la exuberancia son, en última instancia, poco fiables”, advirtió el Papa, quien observó que “en un mundo en el que tanta gente se jacta de decir lo que piensa, la persona moderada prefiere, en cambio, pensar lo que dice” y “no hace promesas vacías, sino que se compromete en la medida en que puede cumplirlas”, e “incluso con los placeres la persona moderada actúa con juicio”.

“El libre curso de los impulsos y la total licencia concedida a los placeres acaban volviéndose contra nosotros mismos, sumiéndonos en un estado de aburrimiento. ¡Cuántas personas que han querido probarlo todo vorazmente se han encontrado con que han perdido el gusto por todo! Mejor entonces buscar la justa medida”, insistió Francisco, quien destacó que “la persona moderada sabe pesar y dosificar bien las palabras”, y “no permite que un momento de ira arruine relaciones y amistades que luego sólo pueden reconstruirse con gran esfuerzo”.

“Especialmente en la vida familiar, donde las inhibiciones son menores, todos corremos el riesgo de no mantener bajo control las tensiones, las irritaciones, la ira. Hay un momento para hablar y otro para callar, pero ambos requieren la justa medida. Y esto se aplica a muchas cosas, como por ejemplo estar con otros y estar solos”, indicó el Papa, quien subrayó que el don de la persona moderada es “el equilibrio, una cualidad tan preciosa como rara”.

“De hecho, todo en nuestro mundo empuja al exceso. En cambio, la templanza se lleva bien con actitudes evangélicas como la pequeñez, la discreción, el disimulo y la mansedumbre. Quien es moderado aprecia la estima de los demás, pero no hace de ella el único criterio de cada acción y de cada palabra. Es sensible, sabe llorar y no se avergüenza de ello, pero no se lamenta. Derrotado, se levanta; victorioso, es capaz de volver a su vida escondida de siempre. No busca los aplausos, pero sabe que necesita de los demás”, resaltó el Papa, quien recalcó que “no es cierto que la templanza nos vuelva grises y sin alegría”, sino, “al contrario, hace que uno disfrute mejor de los bienes de la vida: estar juntos en la mesa, la ternura de ciertas amistades, la confianza con las personas sabias, el asombro ante la belleza de la creación”, y por ello “la felicidad con templanza es la alegría que florece en el corazón de quien reconoce y valora lo que más importa en la vida”.

Foto © Vatican Media

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