El Papa: “Cultivar la ternura es mejor que doblegarse ante el demonio de la posesión. El verdadero amor no posee, se dona”

El Papa: “Cultivar la ternura es mejor que doblegarse ante el demonio de la posesión. El verdadero amor no posee, se dona”

(Ciudad del Vaticano, 17 Ene. 2024). “Continuamos nuestro itinerario sobre los vicios y las virtudes; y los antiguos Padres nos enseñan que, después de la gula, el segundo ‘demonio’, es decir vicio, que está siempre agazapado a la puerta del corazón es el de la lujuria”, recordó el Papa Francisco en su catequesis durante la audiencia general de esta mañana.

“Mientras que la gula es la voracidad hacia la comida, este segundo vicio es una especie de ‘voracidad’ hacia otra persona, es decir, el vínculo envenenado que los seres humanos mantienen entre sí, especialmente en el ámbito de la sexualidad. Entiéndase bien: en el cristianismo no se condena el instinto sexual. Un libro de la Biblia, el Cantar de los Cantares, es un maravilloso poema de amor entre una pareja de novios. Sin embargo, esta hermosa dimensión de nuestra humanidad, la dimensión sexual, la dimensión del amor, no está exenta de peligros”, advirtió el Papa, quien precisó que “si no está contaminado por el vicio, el enamoramiento es uno de los sentimientos más puros” y una persona enamorada “deja de pensar en sí misma para proyectarse completamente hacia el otro”.

“Este ‘jardín’ donde se multiplican las maravillas no está, sin embargo, a salvo del mal. Puede ser contaminado por el demonio de la lujuria, y este vicio es particularmente odioso, al menos por dos razones”, señaló Francisco, quien explicó que “en primer lugar, porque devasta las relaciones entre las personas” y que la “segunda razón por la cual la lujuria es un vicio peligroso” es que “entre todos los placeres del hombre, la sexualidad tiene una voz poderosa” e “implica todos los sentidos”.

“Ganar la batalla contra la lujuria, contra la ‘cosificación’ del otro, puede ser un esfuerzo que dura toda la vida. Pero el premio de esta batalla es el más importante de todos, porque se trata de preservar esa belleza que Dios escribió en su creación cuando imaginó el amor entre el hombre y la mujer, que no es para usarse el uno al otro, sino para amarse. Esa belleza que nos hace creer que construir juntos una historia es mejor que lanzarse a la aventura – ¡hay tantos don Juanes! -, cultivar la ternura es mejor que doblegarse ante el demonio de la posesión – el verdadero amor no posee, se dona -, servir es mejor que conquistar. Porque si no hay amor, la vida es triste, es una triste soledad”, concluyó el Papa.

Los comentarios están cerrados.