(Ciudad del Vaticano, 31 Dic. 2023). “Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. El Evangelio nos la muestra en el templo de Jerusalén, para la presentación del Niño al Señor”, y allí lleva “la más humilde y sencilla de las ofrendas previstas: el testimonio de su pobreza”, resaltó el Papa Francisco este mediodía en su meditación previa al Angelus.

“María recibe una profecía: ‘Una espada te atravesará el alma’. Llegan en la pobreza y parten cargados de sufrimiento. Esto causa sorpresa: ¡Cómo es posible que la Familia de Jesús, la única familia de la historia que puede presumir de la presencia de Dios en la carne, en lugar de ser rica sea pobre! En lugar de ser aliviada, ¡parece ser obstaculizada! En vez de estar libre de fatigas, ¡está inmersa en grandes dolores! ¿Qué dice esto a nuestras familias?”, preguntó el Papa, quien explicó que esto “nos dice una cosa muy hermosa: Dios, a quien a menudo imaginamos más allá de los problemas, ha venido a habitar nuestras vidas con sus problemas”.

“Nos ha salvado así: no ha venido como adulto, sino como un bebé pequeñito; ha vivido en una familia, hijo de una madre y de un padre; allí ha pasado la mayor parte de su tiempo, creciendo, aprendiendo, en una vida hecha de cotidianidad, ocultamiento y silencio. Y no ha evitado las dificultades, es más, eligiendo una familia, una familia ‘experimentada en el sufrimiento’, y dice a nuestras familias: ‘Si tienen dificultades, sé lo que sienten, lo he experimentado: mi madre, mi padre y yo lo hemos experimentado, para decírselo también a su familia: ¡no están solos!”, recalcó Francisco, quien subrayó que “José y María ‘se asombraban de las cosas que decían de Jesús’”.

“La capacidad de asombro es un secreto para llevarse bien en familia”, indicó el Papa, quien destacó la importancia de “saber asombrarse ante todo de Dios” y agregó que “es bueno saber asombrarse también del propio cónyuge, por ejemplo, tomándolo de la mano y mirándolo a los ojos por la noche durante unos instantes, con ternura”, “maravillarse del milagro de la vida, de los hijos, encontrando tiempo para jugar con ellos y para escucharlos”, “maravillarse ante la sabiduría y la serenidad de los abuelos” y “maravillarse de la propia historia de amor”.

“Que María, Reina de la familia, nos ayude a sorprendernos cada día”, concluyó Francisco, quien, después de rezar el Angelus con los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, invitó a seguir orando por los pueblos que sufren a causa de las guerras. “Que al final de año se tenga el valor de preguntarse: ¿Cuántas vidas humanas han sido destrozadas por los conflictos armados?”, dijo el Papa, haciendo un llamado para que “quienes tienen intereses en estos conflictos escuchen la voz de la conciencia”.

Francisco también recordó el primer aniversario del fallecimiento de Benedicto XVI. “Hace un año el Papa Benedicto XVI concluía su camino terrenal, después de haber servido con amor y sapiencia a la Iglesia. Sentimos por él tanto afecto, tanta gratitud, tanta admiración. Que desde el Cielo nos bendiga y nos acompañe. Un aplauso para Benedicto XVI”, pidió el Papa, quien concluyó bendiciendo a todas las familias y deseando a todos “un final de año sereno”.

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