El Papa: “Servir es fatigoso, pero es subir hacia lo alto, ¡es ganar el Cielo! ¡Qué bueno es vivir de gratitud y bendición en lugar de lamentaciones y quejas”

El Papa: “Servir es fatigoso, pero es subir hacia lo alto, ¡es ganar el Cielo! ¡Qué bueno es vivir de gratitud y bendición en lugar de lamentaciones y quejas”

(Ciudad del Vaticano, 15 Ago. 2023). “Hoy, solemnidad de la Asunción de la Virgen María, la contemplamos a Ella que sube en cuerpo y alma a la gloria del Cielo. También el Evangelio de hoy nos la presenta mientras sube, pero esta vez a una ‘región montañosa’”, para “ayudar a su prima Isabel, y allí proclama el cántico gozoso del Magnificat. María sube y la Palabra de Dios nos revela lo que la caracteriza mientras sube”, resaltó el Papa Francisco este mediodía en su meditación previa al Angelus, subrayando que lo que caracteriza a María mientras sube es “el servicio al prójimo y la alabanza a Dios”.

“Por otra parte, el evangelista Lucas narra la propia vida de Cristo como una ascensión hacia lo alto, es decir, hacia Jerusalén, el lugar de la entrega de sí mismo en la cruz, y al mismo tiempo también describe el camino de María. Jesús y María, en definitiva, recorren el mismo camino: dos vidas que suben hacia lo alto, glorificando a Dios y sirviendo a los hermanos. Jesús como Redentor, el hombre que da la vida por nosotros, por nuestra justificación”, y “María como la Sierva que va a servir”, explicó el Papa, enfatizando que son “dos vidas que vencen a la muerte y, después de la muerte, resucitan; dos vidas cuyos secretos son el servicio y la alabanza”.

“Cuando nos agachamos para servir a nuestros hermanos es cuando subimos”, pero “servir no es fácil: la Virgen, que acaba de concebir, recorre casi 150 kilómetros para llegar a casa de Isabel desde Nazaret. ¡Ayudar tiene su precio!”, precisó Francisco, quien observó que “lo experimentamos siempre, en el cansancio, la paciencia y las preocupaciones que conlleva el cuidado de los demás”, e invitó a pensar, por ejemplo, “en los kilómetros que muchos recorren cada día para ir y volver del trabajo y realizar muchas tareas en favor del prójimo”, en “los sacrificios de tiempo y de sueño para cuidar a un recién nacido o a un anciano”, y en el “compromiso de servir a los que no tienen nada que devolver, tanto en la Iglesia como en el voluntariado”.

“Es fatigoso, pero es subir hacia lo alto, ¡es ganar el Cielo!”, recalcó el Papa, quien advirtió que, sin embargo, “el servicio corre el riesgo de ser estéril sin la alabanza a Dios”. Y tras recordar que “en efecto, cuando María entra en casa de su prima, alaba al Señor”, y “no habla de su cansancio por el viaje, sino que de su corazón brota un canto de júbilo”, porque “quien ama a Dios sabe alabar”, Francisco resaltó que “la alabanza es como una escalera”, que “eleva los corazones”, “levanta el ánimo y vence la tentación de caer”.

“¡Qué bueno es alabar a Dios cada día, y también a los demás! ¡Qué bueno es vivir de gratitud y bendición en lugar de lamentaciones y quejas, mirar hacia lo alto en lugar de enfadarse!”, observó el Papa. “Tratemos de preguntarnos: ¿Vivo mi trabajo y mis ocupaciones cotidianas con espíritu de servicio o con egoísmo? ¿Me dedico a alguien gratuitamente, sin buscar beneficios inmediatos? En definitiva, ¿hago del servicio el ‘trampolín’ de mi vida? Y pensando en la alabanza: ¿sé, como María, exultar en Dios? ¿Rezo bendiciendo al Señor? Y, después de alabarlo, ¿contagio su alegría entre las personas que encuentro? Cada uno trate de responder a estas preguntas. Que nuestra Madre, Asunta al Cielo, nos ayude a subir cada día más hacia lo alto mediante el servicio y la alabanza”, concluyó Francisco.

Foto © Vatican Media

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