El Papa: “Jesús en la cruz no recrimina, sino que ama y perdona a quien lo hiere. Nuestras heridas pueden convertirse en fuentes de esperanza si dejamos de pensar en nosotros mismos y pensamos en los demás”

El Papa: “Jesús en la cruz no recrimina, sino que ama y perdona a quien lo hiere. Nuestras heridas pueden convertirse en fuentes de esperanza si dejamos de pensar en nosotros mismos y pensamos en los demás”

(Ciudad del Vaticano, 5 Abr. 2023). “El domingo pasado, en la Liturgia escuchamos la Pasión del Señor, que termina con estas palabras: «Sellando la piedra». Todo parece terminado. Para los discípulos de Jesús, esa piedra marca el punto final de la esperanza. El Maestro ha sido crucificado, asesinado de la forma más cruel y humillante, colgado en un patíbulo infame fuera de la ciudad: un fracaso público, el peor final posible”, recordó el Papa Francisco durante la audiencia general de esta mañana en la Plaza de San Pedro.

“Ese desaliento que oprimía a los discípulos no es del todo extraño para nosotros hoy. También en nosotros se condensan pensamientos oscuros y sentimientos de frustración: ¿Por qué tanta indiferencia hacia Dios? ¿Por qué tanto mal en el mundo? Miren que existe el mal en el mundo. ¿Por qué las desigualdades siguen creciendo y la anhelada paz no llega? ¿Por qué somos tan apegados a la guerra, a hacernos el mal unos a otros? ¡Y en los corazones de cada uno, cuántas expectativas desvanecidas, cuántas desilusiones! Y también esa sensación de que los tiempos pasados fueron mejores y que en el mundo, quizás también en la Iglesia, las cosas no van como antes. En suma, también hoy la esperanza a veces parece sellada bajo la piedra de la desconfianza”, observó el Papa, quien resaltó que en la mente de los discípulos permanecía fija una imagen, la imagen de la cruz, con la que había terminado todo, “pero poco después, descubrirían precisamente en la cruz un nuevo inicio”, y recalcó que “la esperanza de Dios germina así, nace y renace en los agujeros negros de nuestras expectativas decepcionadas”, y esta, que es “la esperanza verdadera, no decepciona nunca”.

“Dirigimos una segunda mirada al Crucifijo y vemos a Jesús herido. La cruz muestra los clavos que le atraviesan las manos y los pies, el costado abierto. Pero a las heridas del cuerpo se añaden las del alma. Jesús está solo: traicionado, entregado y renegado por los suyos, condenado por el poder religioso y civil, siente incluso el abandono de Dios”, recordó Francisco, quien subrayó que “Jesús está herido en el cuerpo y en el alma”, pero “Jesús en la cruz no recrimina, sino que ama, ama y perdona a quien lo hiere”, y “así convierte el mal en bien, así transforma el dolor en amor”.

“Nuestras heridas pueden convertirse en fuentes de esperanza cuando, en lugar de compadecernos o esconderlas, enjugamos las lágrimas de los demás”, porque “sólo si dejamos de pensar en nosotros mismos, nos encontramos”, y “haciendo esto, como dice la Escritura, nuestra herida cicatriza rápidamente, y la esperanza florece de nuevo”, enfatizó el Pontífice.

Foto © Vatican Media

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