El Papa: “No nos escondamos detrás de la hipocresía de las apariencias. Confiemos a la misericordia del Señor nuestras oscuridades”

El Papa: “No nos escondamos detrás de la hipocresía de las apariencias. Confiemos a la misericordia del Señor nuestras oscuridades”

(Ciudad del Vaticano, 18 Mar. 2023). “Hermanos, hermanas, recordemos esto: el Señor llega a nosotros cuando tomamos distancia de nuestro yo presuntuoso”, recalcó el Papa Francisco en su homilía durante la Celebración Penitencial en la parroquia de Santa María de Gracia de Roma, que presidió este viernes en la tarde en el ámbito de la iniciativa “24 Horas para el Señor”.

“Pensemos: ¿Soy presuntuoso? ¿Me creo mejor que los demás? ¿Miro a alguien con un poco de desprecio? ‘Te agradezco, Señor, porque me has salvado y no soy como esta gente que no entiende nada, yo voy a la iglesia, voy a Misa; yo estoy casado, casada por la Iglesia, estos divorciados son unos pecadores’; ¿es así tu corazón? Irás al infierno. Para acercarse a Dios, es necesario decirle al Señor: ‘Yo soy el primero de los pecadores, y si no he caído en la suciedad más grande es porque tu misericordia me tomó de la mano. Gracias a Ti, Señor, estoy vivo; gracias a Ti, Señor, yo no me he destruido con el pecado’. Dios puede acortar la distancia con nosotros cuando honestamente, sin falsedades, le presentamos nuestra fragilidad. Nos da la mano para levantarnos cuando sabemos ‘tocar fondo’ y volvemos a Él con sinceridad de corazón”, insistió el Papa, quien enfatizó que “Dios nos espera allí, en el fondo, nos espera especialmente cuando, con mucha humildad, vamos a pedirle perdón en el sacramento de la confesión”.

“Hermanos y hermanas, hagamos hoy un examen de conciencia, cada uno de nosotros, porque tanto el fariseo como el publicano habitan en nuestro interior. No nos escondamos detrás de la hipocresía de las apariencias, sino confiemos a la misericordia del Señor nuestras oscuridades, nuestros errores. Pensemos en nuestros errores, en nuestras miserias, también en aquello que por vergüenza no somos capaces de compartir, y está bien, pero a Dios hay que mostrárselo”, indicó Francisco, quien recordó que “cuando nos confesamos, nos ponemos en el fondo, como el publicano, para reconocer también nosotros la distancia que nos separa entre lo que Dios ha soñado para nuestra vida y lo que realmente somos cada día: unos pobres necesitados”, y “en ese momento, el Señor se acerca, acorta las distancias y vuelve a levantarnos; en ese momento, mientras nos reconocemos desnudos, Él nos viste con el traje de fiesta”, y “esto es, y debe ser, el sacramento de la reconciliación: un encuentro festivo, que sana el corazón y deja paz interior; no un tribunal humano al que tenemos miedo, sino un abrazo divino con el que somos consolados”.

“Me dirijo a mis hermanos confesores: por favor, hermanos, perdonen todo, perdonen siempre, sin meter demasiado el dedo en las conciencias; dejen que la gente diga sus cosas y ustedes reciban lo que digan como Jesús, con la caricia de su mirada, con el silencio de su comprensión. Por favor, el sacramento de la confesión no es para torturar, sino para dar paz. Perdonen todo, como Dios les perdonará todo a ustedes. Todo, todo, todo”, reiteró el Pontífice, quien invitó a que cada uno repita en su corazón: “Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador”, y recalcó que “en este acto de arrepentimiento y confianza, nos abriremos a la alegría del don más grande, que es la misericordia de Dios“.

Foto © Vatican Media

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