El Papa advierte: “Tenemos que distinguir bien la consolación de Dios de las falsas consolaciones que al final nos dejan vacíos”

El Papa advierte: “Tenemos que distinguir bien la consolación de Dios de las falsas consolaciones que al final nos dejan vacíos”

(Ciudad del Vaticano, 23 Nov. 2022). “Seguimos con las catequesis sobre el discernimiento del espíritu: cómo discernir lo que sucede en nuestro corazón, en nuestra alma. Y después de haber considerado algunos aspectos de la desolación -esa oscuridad del alma- hablamos hoy de la consolación, que sería la luz del alma, y que es otro elemento importante para el discernimiento, que no debe darse por descontado, porque se puede prestar a equívocos”, advirtió el Papa Francisco durante la audiencia general de esta mañana en la Plaza de San Pedro.

“Nosotros debemos entender qué es la consolación, como hemos tratado de entender bien qué es la desolación. ¿Qué es la consolación espiritual? Es una experiencia de alegría interior, que consiente ver la presencia de Dios en todas las cosas; esta refuerza la fe y la esperanza, y también la capacidad de hacer el bien. La persona que vive la consolación no se rinde frente a las dificultades, porque experimenta una paz más fuerte que la prueba”, resaltó Francisco, quien recalcó que “se trata por tanto de un gran don para la vida espiritual y para la vida en su conjunto”.

“La consolación es una paz grande, pero no para permanecer sentados ahí disfrutándola, no, te da la paz y te atrae hacia el Señor y te pone en camino para hacer cosas, para hacer cosas buenas. En tiempo de consolación, cuando somos consolados, nos vienen ganas de hacer mucho bien, siempre. En cambio, cuando llega el momento de la desolación, nos vienen ganas de cerrarnos en nosotros mismos y de no hacer nada. La consolación te impulsa adelante, al servicio de los demás, de la sociedad, de las personas”, explicó el Papa, precisando que “la consolación espiritual no es ‘controlable’” y “no es programable a voluntad”, sino que “es un don del Espíritu Santo” que “permite una familiaridad con Dios que parece anular las distancias”.

“Pero estemos atentos. Tenemos que distinguir bien la consolación que es de Dios, de las falsas consolaciones. En la vida espiritual sucede algo similar a lo que sucede en las producciones humanas: están los originales y están las imitaciones. Si la consolación auténtica es como una gota en una esponja, es suave e íntima, sus imitaciones son más ruidosas y llamativas, son puro entusiasmo, son un fuego fatuo, sin consistencia, llevan a plegarse sobre uno mismo, y a no cuidar de los otros. La falsa consolación al final nos deja vacíos, lejos del centro de nuestra existencia. Por esto, cuando nosotros nos sentimos felices, en paz, somos capaces de hacer cualquier cosa. Pero no confundir esa paz con un entusiasmo pasajero, porque el entusiasmo hoy está, después cae y ya no está”, advirtió el Pontífice, insistiendo en que “por eso se debe hacer discernimiento también cuando uno se siente consolado”, porque “la falsa consolación puede convertirse en un peligro, si la buscamos como fin en sí misma, de forma obsesiva, y olvidándonos del Señor”.

“Nosotros corremos el riesgo de vivir la relación con Dios de forma infantil, buscando nuestro interés, buscando reducir a Dios a un objeto para nuestro uso y consumo, perdiendo el don más hermoso que es Él mismo. Así vamos adelante en nuestra vida, que procede entre las consolaciones de Dios y las desolaciones del pecado del mundo, pero sabiendo distinguir cuando es una consolación de Dios, que te da paz hasta el fondo del alma, de cuando es un entusiasmo pasajero que no es malo, pero no es la consolación de Dios”, concluyó Francisco.

Foto © Vatican Media

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *