El Papa: “La fe no es una ‘canción de cuna’ que nos adormece. ¿Vivimos la alegría de la fe o nos dejamos arrastrar por el cansancio con el rostro apagado y el lamento en los labios y los chismes de cada día?”

El Papa: “La fe no es una ‘canción de cuna’ que nos adormece. ¿Vivimos la alegría de la fe o nos dejamos arrastrar por el cansancio con el rostro apagado y el lamento en los labios y los chismes de cada día?”

(Ciudad del Vaticano, 14 Ago. 2022). “En el Evangelio de la liturgia de hoy hay una expresión de Jesús que siempre nos impacta y nos cuestiona. Mientras está en camino con sus discípulos, Él dice: ‘He venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!’. ¿De qué fuego está hablando? ¿Y qué significan estas palabras hoy para nosotros, este fuego que nos trae Jesús? Como sabemos, Jesús vino a traer el Evangelio al mundo, es decir, la buena noticia del amor de Dios por cada uno de nosotros. Por eso, nos está diciendo que el Evangelio es como un fuego, porque es un mensaje que, cuando irrumpe en la historia, quema los viejos equilibrios de la vida, nos desafía a salir del individualismo, nos desafía a superar el egoísmo, nos desafía a pasar de la esclavitud del pecado y de la muerte a la vida nueva del Resucitado, de Jesús Resucitado”, explicó el Papa Francisco este mediodía en su meditación previa al Angelus.

“¿Qué significa para nosotros, para cada uno de nosotros -para mí, para ustedes, para ti-, qué significa para nosotros esa palabra de Jesús, acerca del fuego? Nos invita a reavivar la llama de la fe, para que no se convierta en una realidad secundaria, o en un medio de bienestar individual, que nos lleve eludir los desafíos de la vida y del compromiso en la Iglesia y en la sociedad”, indicó Francisco, quien recordó que un teólogo decía que “la fe en Dios ‘nos tranquiliza, pero no del modo que quisiéramos, es decir, no para procurarnos una ilusión paralizante o una satisfacción dichosa, sino para permitirnos actuar’”.

“La fe, en definitiva, no es una ‘canción de cuna’ que nos adormece. ¡La fe veradera es un fuego, un fuego encendido para mantenernos despiertos y activos incluso en la noche! Entonces podemos preguntarnos: ¿Soy un apasionado por el Evangelio? ¿ Yo leo a menudo el Evangelio? ¿Lo llevo conmigo? La fe que profeso y celebro, ¿me sitúa en una tranquilidad feliz o enciende en mí el fuego del testimonio? También podemos preguntarnos como Iglesia: en nuestras comunidades, ¿arde el fuego del Espíritu, la pasión por la oración y la caridad, la alegría de la fe, o nos dejamos arrastrar por el cansancio y las costumbres, con el rostro apagado y el lamento en los labios y los chismes de cada día?”, agregó el Papa, quien invitó a hacer una reflexión.

“Hermanos y hermanas, revisemos esto, para que también nosotros podamos decir como Jesús: Estamos inflamados por el fuego del amor de Dios y queremos ‘lanzarlo’ al mundo, llevarlo a todos, para que cada uno descubra la ternura del Padre y experimente la alegría de Jesús, que ensancha el corazón. ¡Y Jesús ensancha el corazón! y hace bella la vida. Recemos por ello a la Santísima Virgen: que Ella, que acogió el fuego del Espíritu Santo, interceda por nosotros”, pidió el Pontífice.

Foto © Vatican Media

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