El Papa vuelve a denunciar: “¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra! Sin duda, uno de ellos es el comercio de armas, que es un escándalo al que no debemos ni podemos resignarnos”

El Papa vuelve a denunciar: “¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra! Sin duda, uno de ellos es el comercio de armas, que es un escándalo al que no debemos ni podemos resignarnos”

(Ciudad del Vaticano, 31 Jul. 2022). “En el Evangelio de la Liturgia de hoy, un hombre dirige esta petición a Jesús: ‘Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo’. Es una situación muy común, problemas similares siguen estando a la orden del día: ¡cuántos hermanos y hermanas, cuántos miembros de una misma familia se pelean desgraciadamente, y quizás ya no se hablan, a causa de la herencia! Jesús, respondiendo al hombre, no entra en detalles, sino que va a la raíz de las divisiones causadas por la posesión de cosas, y dice claramente: ‘Guardaos de toda codicia’”, recordó el Papa Francisco este mediodía en su meditación previa al Angelus.

“¿Qué es la codicia? Es la ambición desenfrenada por las posesiones, siempre queriendo enriquecerse. Es una enfermedad que destruye a las personas, porque el hambre de posesiones es adictiva. Especialmente los que tienen mucho nunca están satisfechos: siempre quieren más, y sólo para ellos mismos. Pero así ya no es libre: está apegado, es esclavo de lo que paradójicamente debería haberle servido para vivir libre y sereno. En lugar de servir al dinero, se convierte en un servidor del dinero”, observó Francisco, quien señaló que “la codicia es también una enfermedad peligrosa para la sociedad: por su culpa hemos llegado hoy a otras paradojas, a una injusticia como nunca antes en la historia, donde unos pocos tienen mucho y muchos tienen poco o nada”.

“Pensemos también en las guerras y los conflictos: el ansia de recursos y riqueza está casi siempre implicada. ¡Cuántos intereses hay detrás de una guerra! Sin duda, uno de ellos es el comercio de armas. Este comercio es un escándalo al que no debemos ni podemos resignarnos”, recalcó el Papa, quien explicó que “Jesús nos enseña hoy que, en el fondo de todo esto, no hay sólo unos pocos poderosos o ciertos sistemas económicos: al centro está la codicia que hay en el corazón de todos”.

“Preguntémonos: ¿cómo es mi desprendimiento de las posesiones, de las riquezas? ¿Me quejo de lo que me falta o me conformo con lo que tengo? ¿Estoy tentado, en nombre del dinero y las oportunidades, a sacrificar las relaciones y sacrificar el tiempo por los demás? Y también: ¿estoy tentado a sacrificar la legalidad y la honestidad en el altar de la codicia? Digo ‘altar’, altar de la codicia, pero ¿por qué he dicho altar? Porque los bienes materiales, el dinero, las riquezas pueden convertirse en un culto, en una verdadera idolatría. Por eso Jesús nos advierte con palabras fuertes”, enfatizó el Pontífice, recordando que Jesús dice que “no se puede servir a dos señores, y tengamos cuidado, no dice Dios y el diablo, no, o el bien y el mal, sino Dios y las riquezas”.

“Entonces, preguntémonos: ¿cómo quiero enriquecerme? ¿quiero enriquecerme según Dios o según mi codicia? Y volviendo al tema de la herencia, ¿qué herencia quiero dejar? ¿Dinero en el banco, cosas materiales, o gente feliz a mi alrededor, buenas obras que no se olvidan, personas a las que he ayudado a crecer y madurar? Que la Virgen nos ayude a comprender cuáles son los verdaderos bienes de la vida, los que permanecen para siempre”, pidió Francisco.

Foto © Vatican Media

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