(Ciudad del Vaticano, 16 Jun. 2022). “Es muy difícil ver la renovación espiritual utilizando esquemas muy anticuados. Tenemos que renovar nuestra forma de ver la realidad, de evaluarla”, indicó el Papa Francisco respondiendo a una pregunta sobre la renovación espiritual en la Iglesia, durante la conversación con los directores de las revistas de los jesuitas, de la cual “La Civiltà Cattolica” publicó esta semana un amplio extracto, difundido por Vatican News.

“En la Iglesia europea veo más renovación en las cosas espontáneas que están surgiendo: movimientos, grupos, nuevos obispos que recuerdan que hay un Concilio detrás de ellos. Porque el Concilio que algunos pastores recuerdan mejor es el de Trento. Y lo que digo no es una tontería”, precisó el Papa, quien advirtió que “el restauracionismo ha llegado a amordazar al Concilio”, recordando que el número de grupos “restauracionistas” es impresionante, “por ejemplo, en Estados Unidos hay muchos”.

“Hay ideas, comportamientos que provienen de un restauracionismo que básicamente no aceptó el Concilio. El problema es precisamente este: que en algunos contextos el Concilio aún no ha sido aceptado. También es cierto que un Concilio tarda un siglo en echar raíces. Entonces, ¡todavía tenemos cuarenta años para que eche raíces!”, observó Francisco, quien agregó que “signos de renovación son también los grupos que dan un nuevo rostro a la Iglesia a través de la asistencia social o pastoral”, y en este sentido, destacó que “los franceses son muy creativos en esto”.

“Usted aún no había nacido, pero fui testigo en 1974 del calvario del Superior General, el Padre Pedro Arrupe, en la Congregación General XXXII. En ese momento hubo una reacción conservadora para bloquear la voz profética de Arrupe. Hoy para nosotros ese General es un santo, pero tuvo que sufrir muchos ataques. Fue valiente porque se atrevió a dar el paso. Arrupe era un hombre de gran obediencia al Papa. Una gran obediencia. Y Pablo VI lo entendió. El mejor discurso jamás escrito por un Papa a la Compañía de Jesús es el que pronunció Pablo VI el 3 de diciembre de 1974. Y lo escribió a mano. Ahí están los originales. El profeta Pablo VI tuvo la libertad de escribirlo”, resaltó el Pontífice, recordando que “por otro lado, personas vinculadas a la Curia alimentaron de alguna manera a un grupo de jesuitas españoles que se consideraban los verdaderos ‘ortodoxos’ y se oponían a Arrupe”, pero “Pablo VI nunca entró en este juego”.

“Arrupe tenía la capacidad de ver la voluntad de Dios, combinada con una sencillez infantil al adherirse al Papa. Recuerdo que un día, mientras tomábamos un café en un pequeño grupo, pasó por allí y dijo: ‘¡Vamos, vamos! El Papa está a punto de pasar, ¡saludémosle!’. ¡Era como un niño! ¡Con ese amor espontáneo!”, destacó el Papa, quien recordó que un jesuita de la Provincia de Loyola se había vuelto particularmente contra el Padre Arrupe.

“Lo enviaron a varios lugares e incluso a Argentina, y siempre dio problemas. Una vez me dijo: ‘Tú eres uno de los que no entiende nada. Pero los verdaderos culpables son el padre Arrupe y el padre Calvez. El día más feliz de mi vida será cuando los vea colgados de la horca en la Plaza de San Pedro’. ¿Por qué te cuento esta historia? Para que entiendas cómo fue el periodo post-conciliar. Y esto está ocurriendo de nuevo, especialmente con los tradicionalistas. Por eso es importante salvar a estas figuras que defendieron el Concilio y la lealtad al Papa. Hay que volver a Arrupe: es una luz de aquel tiempo que nos ilumina a todos”, subrayó Francisco, recordando que “fue él quien redescubrió los Ejercicios Espirituales como fuente, liberándose de las rígidas formulaciones de los Institutos Epitome, expresión de un pensamiento cerrado y rígido, más instructivo-ascético que místico”.