(Ciudad del Vaticano, 10 Jun. 2022). “Es claro que vivimos no solo una época de cambios, sino un cambio de época”, reiteró el Papa Francisco en su discurso a los miembros de la Federación de Asociaciones de Familias Católicas en Europa, a quienes recibió en audiencia hoy en el Palacio Apostólico Vaticano.

“Los desafíos son grandes y todos están conectados entre sí. Por ejemplo, ya no puede hablarse de desarrollo sostenible sin una solidaridad intergeneracional”, insistió el Papa, recordando lo que indica en su Encíclica “Laudato si’”, y recalcando que “esta solidaridad presupone un equilibrio”.

“Ustedes subrayan que las políticas familiares no deben ser consideradas como instrumentos del poder estatal, sino que se fundamentan en primer lugar en el interés de las familias mismas”, les dijo Francisco, quien recordó el memorándum firmado el año pasado por la Federación con el Consejo de Conferencias Episcopales Europeas y para la cooperación con la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea, en cuyas oficinas se encuentra su Secretaría General.

“Como nos recuerda una de sus recientes resoluciones, tener hijos nunca debe considerarse una falta de responsabilidad hacia la creación o sus recursos naturales” y “el concepto de ‘huella ecológica’ no puede aplicarse a los niños, ya que son un recurso indispensable para el futuro”, sino que “por el contrario, hay que abordar el consumismo y el individualismo, mirando a las familias como el mejor ejemplo de optimización de recursos”, recordó el Papa, quien también insistió en la necesidad de denunciar “la plaga de la pornografía, que se ha difundido por todas partes a través de la web” y  “debe ser denunciada como un ataque permanente a la dignidad del hombre y de la mujer”.

“La dignidad del hombre y de la mujer también se ve amenazada por la práctica inhumana y cada vez más difundida del ‘útero en alquiler’, en la que se explota a las mujeres, casi siempre pobres, y se trata a los niños como mercancía”, denunció Francisco, quien recalcó que “las redes familiares son un antídoto contra la soledad”, pues “por su propia naturaleza, están llamadas a no dejar a nadie atrás, en comunión con los pastores y las Iglesias locales”.