El Papa Francisco advierte: “Vemos una sucesión de guerras cada vez más despiadadas contra personas indefensas. La ciencia progresa y es un bien, pero la sabiduría de la vida es otra cosa y parece estancada”

El Papa Francisco advierte: “Vemos una sucesión de guerras cada vez más despiadadas contra personas indefensas. La ciencia progresa y es un bien, pero la sabiduría de la vida es otra cosa y parece estancada”

(Ciudad del Vaticano, 25 May. 2022). “Frente a una realidad que, en ciertos momentos, nos parece acoger todos los contrarios, reservándoles el mismo destino, que es el de acabar en la nada, el camino de la indiferencia puede parecernos también a nosotros el único remedio para una dolorosa desilusión. Preguntas como estas surgen en nosotros: ¿Acaso nuestros esfuerzos han cambiado el mundo? ¿Acaso alguien es capaz de hacer valer la diferencia entre lo justo y lo injusto? Parece que todo esto es inútil: ¿por qué hacer tantos esfuerzos? Es una especie de intuición negativa que puede presentarse en cada etapa de la vida, pero no cabe duda de que la vejez hace casi inevitable este encuentro con el desencanto.  El desencanto, en la vejez, viene. Y por tanto, la resistencia de la vejez a los efectos desmoralizantes de este desencanto es decisiva: si los ancianos, que ya han visto de todo, conservan intacta su pasión por la justicia, entonces hay esperanza para el amor, y también para la fe”, resaltó el Papa Francisco durante la audiencia general de esta mañana en la Plaza de San Pedro, en la que continuó con su ciclo de catequesis dedicado a los ancianos, reflexionando sobre un pasaje del Libro del Eclesiastés o Cohélet.

“Y para el mundo contemporáneo se ha vuelto crucial el paso a través de esta crisis, crisis saludable, ¿por qué? Porque una cultura que presume de medir todo y manipular todo, termina por producir también una desmoralización colectiva del sentido, una desmoralización del amor, una desmoralización también del bien”, advirtió el Papa, quien agregó que esta desmoralización “nos quita el deseo de hacer” y “una presunta ‘verdad’, que se limita a registrar el mundo, registra también su indiferencia hacia los opuestos y los entrega, sin redención, al fluir del tiempo y al destino de la nada”.

“De esta forma, revestida de cientificidad, pero también muy insensible y muy amoral, la búsqueda moderna de la verdad se ha visto tentada a despedirse totalmente de la pasión por la justicia. Ya no cree en su destino, en su promesa, en su redención”, señaló Francisco, quien también advirtió que para la cultura moderna, “que al conocimiento exacto de las cosas quisiera entregar prácticamente todo, la aparición de esta nueva razón cínica, que suma conocimiento e irresponsabilidad, es un contragolpe muy duro”, pues “de hecho, el conocimiento que nos exime de la moralidad, al principio parece una fuente de libertad, de energía, pero pronto se convierte en una parálisis del alma”.

“El vacío de sentido y de fuerzas abierto por este saber, que rechaza toda responsabilidad ética y todo afecto por el bien real, no es inofensivo. No solamente le quita las fuerzas a la voluntad del bien: por contragolpe, abre la puerta a la agresividad de las fuerzas del mal. Son las fuerzas de una razón enloquecida, que se vuelve cínica por un exceso de ideología. De hecho, con todo nuestro progreso, con todo nuestro bienestar, nos hemos convertido verdaderamente en una ‘sociedad del cansancio’. Piensen un poco en esto: ¡somos la sociedad del cansancio! Teníamos que producir bienestar generalizado y toleramos un mercado sanitario científicamente selectivo. Teníamos que poner un límite infranqueable a la paz, y vemos una sucesión de guerras cada vez más despiadadas contra personas indefensas. La ciencia progresa, naturalmente, y es un bien. Pero la sabiduría de la vida es completamente otra cosa, y parece estancada”, recalcó el Papa, quien observó que “no es casualidad que la nuestra sea la época de las fake news, de las supersticiones colectivas y las verdades pseudo-científicas”.

“Es curioso: en esta cultura del saber, de conocer todas las cosas, también de la precisión del saber, se han difundido tantas brujerías, pero brujerías cultas. Es brujería con cierta cultura, pero que te lleva a una vida de superstición: por un lado, para ir adelante con inteligencia en el conocer las cosas hasta las raíces; por otro, el alma que necesita de otra cosa y toma el camino de la superstición y termina en la brujería. La vejez puede aprender de la sabiduría irónica de Cohélet el arte de sacar a la luz el engaño oculto en el delirio de una verdad de la mente desprovista de afectos por la justicia. ¡Los ancianos llenos de sabiduría y humor hacen mucho bien a los jóvenes! Los salvan de la tentación de un conocimiento del mundo triste y sin sabiduría de la vida. Y también, estos ancianos devuelven a los jóvenes a la promesa de Jesús: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados». Serán ellos los que siembren hambre y sed de justicia en los jóvenes. Ánimo, todos nosotros ancianos: ¡ánimo y adelante! Nosotros tenemos una misión muy grande en el mundo. Pero, por favor, no hay que buscar refugio en este idealismo un poco no concreto, no real, sin raíces, digámoslo claramente: en las brujerías de la vida”, insistió Francisco.

Foto © Vatican Media

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