El Papa: “No se puede dar paz si no se está en paz. Preguntémonos si aliviamos las tensiones y apagamos los conflictos. Junto a nosotros hay hermanos y hermanas, no obstáculos y adversarios”

El Papa: “No se puede dar paz si no se está en paz. Preguntémonos si aliviamos las tensiones y apagamos los conflictos. Junto a nosotros hay hermanos y hermanas, no obstáculos y adversarios”

(Ciudad del Vaticano, 22 May. 2022). “Las últimas horas de Jesús son como la esencia de toda su vida. Experimenta miedo y dolor, pero no deja espacio al resentimiento y a la protesta. No se deja llevar por la amargura, no se desahoga, no es incapaz de soportar. Está en paz, una paz que proviene de su corazón manso, habitado por la confianza. De ahí surge la paz que Jesús nos deja. Porque no se puede dejar la paz a los demás si uno no la tiene en sí mismo. No se puede dar paz si no se está en paz”, indicó el Papa Francisco este mediodía en su meditación previa al Regina Caeli.

“Preguntémonos si, en los lugares en los que vivimos, nosotros, los discípulos de Jesús, nos comportamos así: ¿Aliviamos las tensiones, apagamos los conflictos? ¿Tenemos una mala relación con alguien, estamos siempre preparados para reaccionar, para estallar, o sabemos responder con la no violencia, sabemos responder con gestos y palabras de paz? ¿Cómo reacciono yo? Que cada uno se pregunte”, invitó el Papa, quien explicó que “Jesús sabe que nosotros solos no somos capaces de custodiar la paz, que necesitamos una ayuda, un don”.

“La paz, que es nuestro compromiso, es ante todo don de Dios. En efecto, Jesús dice: «Les doy mi paz, pero no como la da el mundo». ¿Qué es esta paz que el mundo no conoce y que el Señor nos da? Es el Espíritu Santo, el mismo Espíritu de Jesús. Es la presencia de Dios en nosotros, la ‘fuerza de paz’ de Dios”, recalcó Francisco, enfatizando que “es Él, el Espíritu Santo, quien desarma el corazón y lo llena de serenidad”.

“Es Él, el Espíritu Santo, quien deshace las rigideces y apaga la tentación de agredir a los demás. Es Él, el Espíritu Santo, quien nos recuerda que junto a nosotros hay hermanos y hermanas, no obstáculos y adversarios. Es Él, el Espíritu Santo quien nos da la fuerza para perdonar, para recomenzar, para volver a partir. Y con Él, con el Espíritu Santo, nos transformamos en hombres y mujeres de paz”, agregó el Pontífice, quien insistió en que “cuanto más sentimos que el corazón está agitado, cuanto más advertimos en nuestro interior nerviosismo, intolerancia, rabia, más debemos pedir al Señor el Espíritu de la paz”.

“Aprendamos a decir cada día: ‘Señor, dame tu paz, dame el Espíritu Santo’”, y “pidámoslo también para quienes viven junto a nosotros, para quienes encontramos todos los días y para los responsables de las naciones. Que la Virgen nos ayude a acoger al Espíritu Santo para ser constructores de paz”, concluyó el Papa.

Foto © Vatican Media

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *