(Ciudad del Vaticano, 14 Mar. 2022). “Hoy, pensando en el bien común, es necesario que la política y la economía, en constante diálogo entre ellas, se pongan decididamente al servicio de la vida, de la vida humana y de la vida de la creación, nuestra casa común, no al servicio de la no-vida o de la muerte, como desgraciadamente sucede a veces”, indicó el Papa Francisco durante la audiencia a los miembros de la asociación “Alma para lo social en los valores empresariales”.

“La gran crisis financiera de 2007-2008 debería habernos empujado en esta dirección”, pero “me parece que sustancialmente el mundo ha seguido y sigue rigiéndose por criterios obsoletos, por no hablar del ámbito geopolítico-militar, donde diversas guerras regionales y especialmente la guerra en curso en Ucrania demuestran que quienes rigen el destino de los pueblos aún no han comprendido la lección de las tragedias del siglo XX”, señaló el Papa, quien recalcó que es necesario que “lo global no vaya en detrimento de lo local, sino que ambas dimensiones estén en relación virtuosa y fecunda”.

“Sobre este tema de la economía nueva, la economía concreta, hablé en el último libro que escribí, ‘Soñemos juntos’. Me detuve en un análisis de este problema de la concreción de la economía y de la visibilidad de la economía, para evitar lo que he definido como ‘liquidez” o ‘gaseosidad’”, recordó Francisco, quien les dijo que “si quieren ser ‘alma’ en el mundo de la empresa”, no deben olvidar “cuidar su propia alma, la que viene de Dios”, y “para ello, es necesario resistir a la tentación del activismo y encontrar tiempo para reflexionar, para pensar, para contemplar”.

“La asociación puede ser útil, con propuestas. Pero es, sobre todo, una exigencia personal: cada uno, si quiere animar, debe dejarse animar interiormente por lo bueno, lo bello y lo verdadero. Lo demuestran los testimonios de empresarios italianos que han sabido hacer crecer no solo sus beneficios, sino también la vida, la calidad de la vida, la calidad del trabajo, con libertad y creatividad, porque tenían una conciencia iluminada, una interioridad iluminada”, resaltó el Papa.